La terapia de aceptación y compromiso (TAC) es una forma de terapia psicológica que se basa en los principios del análisis funcional del comportamiento. Su objetivo es aumentar la flexibilidad psicológica, es decir, la capacidad de adaptarse a las situaciones cambiantes de la vida, sin dejar de actuar de acuerdo con los valores personales.
Breve explicación de la TAC y una experiencia por videoconsulta
La autoestima es la valoración que tenemos de nosotros. Se trata de cómo nos vemos a nosotros mismos y cómo nos sentimos con respecto a nuestras habilidades y logros. Tener una buena autoestima significa tener una imagen positiva de uno mismo y sentirse seguro y capaz.
Si tú también quieres probar esta forma de terapia psicológica y ver cómo puede ayudarte a sentirte mejor contigo mismo y con tu vida, no dudes en contactar conmigo. Estaré encantada de atenderte y acompañarte en tu proceso de cambio.
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La terapia de aceptación y compromiso se compone de seis procesos interrelacionados que buscan desarrollar la flexibilidad psicológica:
Contacto con el momento presente: se trata de prestar atención plena a lo que ocurre aquí y ahora, sin distraernos con el pasado o el futuro, ni con los juicios o las interpretaciones sobre la realidad.
Defusión cognitiva: consiste en observar los pensamientos como lo que son, meras palabras o imágenes mentales, sin darles más poder o credibilidad de la que tienen. De esta forma, se reduce el impacto negativo que pueden tener sobre nuestro comportamiento.
Aceptación: implica abrirse y permitir la experiencia interna tal como es, sin intentar evitarla o cambiarla. Se trata de reconocer que hay cosas que no podemos controlar y que forman parte de la vida.
Yo como contexto: se refiere a tomar distancia de nuestra identidad basada en el contenido de nuestra mente (pensamientos, emociones, recuerdos, etc.) y conectar con nuestra esencia como seres humanos conscientes y en constante evolución.
Valores: son las cualidades o principios que guían nuestra vida y nos motivan a actuar. La TAC ayuda a clarificar los valores personales y a diferenciarlos de las metas u objetivos específicos.
Compromiso: se basa en poner en práctica las acciones que nos acercan a nuestros valores, aunque impliquen cierto malestar o dificultad. Se trata de elegir conscientemente cómo queremos vivir nuestra vida.
La terapia de aceptación y compromiso ha demostrado su eficacia para tratar diversos problemas psicológicos, como la depresión, la ansiedad, el estrés, las adicciones, los trastornos alimentarios o el dolor crónico. Además, también puede ser útil para mejorar el bienestar general y el rendimiento en diferentes ámbitos, como el laboral, el académico o el deportivo.
La TAC ayuda a las personas a desarrollar una actitud más abierta, curiosa y compasiva hacia sí mismas y hacia los demás, así como a vivir una vida más plena y coherente con sus valores.
Terapia de aceptación y compromiso para mejorar la autoestima
La autoestima es la valoración que hacemos de nosotros mismos como personas. A menudo, esta valoración depende de factores externos o internos que pueden variar o no estar bajo nuestro control, como el aspecto físico, las opiniones ajenas, los logros o fracasos, etc.
La terapia de aceptación y compromiso puede ayudarnos a mejorar nuestra autoestima al enseñarnos a:
Aceptar nuestra realidad tal como es, sin compararnos ni criticarnos por no cumplir con unos estándares irreales o impuestos por la sociedad.
Defusionarnos de los pensamientos negativos sobre nosotros mismos, reconociendo que no son verdades absolutas ni definen quiénes somos.
Conectar con nuestro yo como contexto, es decir, con nuestra esencia más profunda y auténtica, que va más allá de las etiquetas o los roles que asumimos.
Descubrir y vivir de acuerdo con nuestros valores, lo que nos aporta satisfacción y sentido a nuestra existencia.
Comprometernos con las acciones que nos hacen crecer y desarrollarnos como personas, sin dejarnos llevar por el miedo o la culpa.
De esta forma, la terapia de aceptación y compromiso nos permite desarrollar una autoestima basada en el autoconocimiento, la autoaceptación y el autocuidado, lo que nos hace sentir más seguros, confiados y felices.
Os voy a contar una experiencia que tuve en mi consulta con una paciente, por confidencialidad con mis pacientes, la llamaremos Ana. La terapia la llevamos a cabo por videollamada en consulta on-line.
Ana es una joven de 22 años que acudió a mi consulta de psicología por videoconsulta porque se sentía insegura y triste. Ana me contó que desde hacía unos meses había empezado a compararse con otras personas en las redes sociales y que eso le hacía sentirse inferior y poco valiosa. Ana me dijo que se pasaba horas mirando las fotos y los vídeos de otras chicas que le parecían más guapas, más exitosas y más felices que ella. Ana me confesó que eso le generaba mucha ansiedad y que había dejado de hacer cosas que le gustaban, como salir con sus amigas, leer o dibujar.
Yo le propuse a Ana iniciar una terapia de aceptación y compromiso por videollamada, una forma de terapia psicológica que se basa en los principios del análisis funcional del comportamiento. Le expliqué que el objetivo de esta terapia era aumentar su flexibilidad psicológica, es decir, su capacidad de adaptarse a las situaciones cambiantes de la vida, sin dejar de actuar de acuerdo con sus valores personales.
Ana aceptó probar la terapia de aceptación y compromiso por videollamada y empezamos a trabajar juntas. A lo largo de varias sesiones, fuimos abordando los seis procesos interrelacionados que componen esta terapia: contacto con el momento presente, defusión cognitiva, aceptación, yo como contexto, valores y compromiso.
En el proceso de contacto con el momento presente, le enseñé a Ana a prestar atención plena a lo que ocurría aquí y ahora, sin distraerse con el pasado o el futuro, ni con los juicios o las interpretaciones sobre la realidad. Le propuse algunos ejercicios prácticos para entrenar su atención, como la respiración consciente, la meditación guiada o el escaneo corporal. Ana me dijo que estos ejercicios le ayudaban a calmarse y a centrarse en lo que realmente importaba.
En el proceso de defusión cognitiva, le ayudé a Ana a observar sus pensamientos como lo que eran, meras palabras o imágenes mentales, sin darles más poder o credibilidad de la que tenían. Le mostré algunas técnicas para reducir el impacto negativo que sus pensamientos tenían sobre su comportamiento, como repetirlos en voz alta con un tono cómico, imaginarlos escritos en un globo que se aleja o ponerles un nombre divertido. Ana me comentó que estas técnicas le hacían ver sus pensamientos desde otra perspectiva y le quitaban importancia.
En el proceso de aceptación, le animé a Ana a abrirse y permitir su experiencia interna tal como era, sin intentar evitarla o cambiarla. Le hice ver que había cosas que no podía controlar y que formaban parte de la vida. Le sugerí algunas formas de expresar y canalizar sus emociones, como escribir un diario, hacer ejercicio físico o escuchar música. Ana me confesó que al principio le costaba aceptar sus emociones negativas, pero que poco a poco fue aprendiendo a convivir con ellas sin dejar que le dominaran.
En el proceso de yo como contexto, le facilité a Ana tomar distancia de su identidad basada en el contenido de su mente (pensamientos, emociones, recuerdos, etc.) y conectar con su esencia como ser humano consciente y en constante evolución. Le planteé algunas preguntas para reflexionar sobre quién era ella realmente más allá de las etiquetas o los roles que asumía. Ana me respondió que se daba cuenta de que era mucho más que lo que pensaba o sentía sobre sí misma y que tenía muchas cualidades y potencialidades por descubrir.
En el proceso de valores, le asistí a Ana a clarificar sus valores personales y a diferenciarlos de sus metas u objetivos específicos. Le pedí que me contara qué era lo que le daba sentido y dirección a su vida y qué quería conseguir con ella. Ana me dijo que sus valores eran la creatividad, la amistad, el aprendizaje y la salud. Me explicó que le gustaba expresarse a través del arte, compartir momentos con sus amigas, aprender cosas nuevas y cuidar de su cuerpo y su mente.
En el proceso de compromiso, le apoyé a Ana a poner en práctica las acciones que le acercaban a sus valores, aunque implicaran cierto malestar o dificultad. Le hice ver que tenía que elegir conscientemente cómo quería vivir su vida y no dejarse llevar por el miedo o la culpa. Le propuse algunos retos para que fuera saliendo de su zona de confort y avanzando hacia sus metas, como apuntarse a un curso de dibujo, quedar con sus amigas una vez por semana, leer un libro al mes o hacer yoga todos los días. Ana me contó que estos retos le hacían sentirse más satisfecha y orgullosa de sí misma.
Después de varias sesiones de terapia de aceptación y compromiso por videollamada, Ana logró superar su problema de autoestima y hacer un mejor uso de las redes sociales. Ana me dijo que ya no se comparaba con otras personas ni se dejaba influir por lo que veía en internet. Ana me aseguró que había aprendido a aceptarse y quererse tal como era y a vivir una vida más plena y coherente con sus valores.
Ana es un gran ejemplo de las muchas personas que han mejorado su autoestima gracias a la terapia de aceptación y compromiso por videollamada.
Pilar Sánchez Psicóloga
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