Qué es el chemsex y tipos de terapia te puede ayudar
El chemsex es una práctica que consiste en consumir drogas para tener relaciones sexuales durante largos períodos de tiempo, a veces con múltiples parejas. Esta conducta puede tener graves consecuencias para la salud física y mental de las personas que la realizan, así como para sus relaciones afectivas. Por eso, es importante buscar ayuda profesional si se quiere dejar de practicar el chemsex o reducir sus riesgos. En este artículo, te explicaré algunas de las opciones terapéuticas que existen para abordar este problema desde diferentes enfoques psicológicos.
Si necesitas más información o asesoramiento sobre el chemsex, puedes contactar con nosotros en mi web de psicología online y presencial en Madrid. Soy una psicóloga especializada en terapia cognitivo conductual, terapia de aceptación y compromiso y terapia EMDR. Estaré encantada de ayudarte.
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El término chemsex proviene de la combinación de las palabras inglesas “chemicals” (químicos) y “sex” (sexo). Se refiere al uso intencionado de sustancias psicoactivas para facilitar o prolongar las relaciones sexuales, generalmente entre hombres que tienen sexo con hombres. Algunas de las drogas más utilizadas en el chemsex son el éxtasis, la metanfetamina, la mefedrona, el GHB o el ketamina. Estas drogas pueden aumentar la excitación, la desinhibición, la confianza, la intensidad y la duración de las experiencias sexuales.
Sin embargo, el chemsex también implica una serie de riesgos y desafíos para la salud y el bienestar de quienes lo practican. Algunos de estos riesgos son:
La transmisión de infecciones de transmisión sexual (ITS), como el VIH, la hepatitis C o la sífilis, debido al sexo sin protección o al compartir material de inyección.
La dependencia o adicción a las drogas, que puede provocar síndrome de abstinencia, tolerancia, craving o síntomas psicóticos.
La afectación de la salud física por los efectos adversos de las drogas, como problemas cardiovasculares, hepáticos, renales, neurológicos o dentales.
La alteración de la salud mental por el impacto emocional del chemsex, como ansiedad, depresión, baja autoestima, aislamiento social o estrés postraumático.
La dificultad para mantener relaciones afectivas estables y satisfactorias, debido a la falta de intimidad, comunicación, confianza o compromiso con las parejas sexuales.
La terapia cognitivo conductual (TCC) es un tipo de intervención psicológica que se basa en modificar los pensamientos y las conductas que mantienen el problema. La TCC puede ayudar a las personas que practican chemsex a:
Identificar y cuestionar las creencias irracionales o distorsionadas que les llevan a consumir drogas o a tener sexo sin protección. Por ejemplo: “Necesito drogarme para disfrutar del sexo”, “No me va a pasar nada malo”, “No soy capaz de decir que no”.
Aprender y aplicar estrategias de afrontamiento alternativas al consumo de drogas o al sexo riesgoso. Por ejemplo: buscar otras fuentes de placer o satisfacción, expresar los sentimientos y necesidades de forma asertiva, establecer límites y negociar con las parejas sexuales.
Desarrollar habilidades sociales y de comunicación que les permitan relacionarse con los demás de forma más saludable y satisfactoria. Por ejemplo: mejorar la autoestima y la confianza en sí mismo, ampliar el círculo social y los intereses personales, resolver los conflictos de forma constructiva.
La terapia de aceptación y compromiso (ACT) es otro tipo de intervención psicológica que se centra en aceptar los pensamientos y emociones difíciles sin evitarlos o juzgarlos, y en actuar según los valores personales. La ACT puede ayudar a las personas que practican chemsex a:
Reconocer y aceptar los pensamientos y emociones que surgen en relación al chemsex, sin intentar cambiarlos o suprimirlos. Por ejemplo: “Siento ansiedad cuando pienso en dejar el chemsex”, “Me siento culpable por haberme drogado y haber tenido sexo con desconocidos”, etc.
Diferenciar entre los pensamientos y las acciones, y entre los valores y las metas. Por ejemplo: “Pensar que necesito drogarme para disfrutar del sexo no significa que tenga que hacerlo”, “Valorar la salud y el bienestar no significa que tenga que dejar el chemsex de golpe”, etc.
Elegir y comprometerse con las acciones que sean coherentes con los valores personales, y que contribuyan al bienestar propio y ajeno. Por ejemplo: “Decido reducir el consumo de drogas y el sexo riesgoso porque quiero cuidar de mi salud y de la de mis parejas sexuales”, “Decido buscar ayuda profesional porque quiero mejorar mi calidad de vida”,
La terapia EMDR es una técnica de intervención psicológica que se basa en reprocesar los recuerdos traumáticos mediante la estimulación del cerebro. La terapia EMDR puede ayudar a las personas que practican chemsex a:
Identificar y procesar los recuerdos traumáticos que puedan estar relacionados con el inicio o el mantenimiento del chemsex. Por ejemplo: experiencias de abuso, violencia, rechazo, discriminación.
Reducir la intensidad emocional y la carga negativa de los recuerdos traumáticos, y sustituirlos por creencias positivas sobre sí mismo, los demás y el mundo. Por ejemplo: “Soy una persona valiosa y merecedora de amor”, “Los demás pueden ser comprensivos y respetuosos conmigo”, “El mundo puede ofrecerme oportunidades y alegrías”.
Integrar los recuerdos traumáticos en una narrativa coherente y adaptativa, que les permita dar sentido a su historia personal y proyectarse hacia el futuro. Por ejemplo: “El chemsex fue una forma de escapar de mi dolor, pero ahora sé que puedo afrontarlo de otra manera”, “El chemsex me enseñó algunas cosas sobre mí mismo y sobre los demás, pero ahora quiero aprender otras”, “El chemsex fue una parte de mi vida, pero no me define como persona”.
El chemsex puede tener un impacto negativo en la relación de pareja, tanto si se practica en solitario como si se practica en grupo. Algunas de las consecuencias que puede tener el chemsex para la pareja son:
La pérdida de confianza, intimidad y comunicación entre los miembros de la pareja, debido a la falta de transparencia, honestidad o fidelidad.
La aparición de celos, resentimiento, culpa o vergüenza por parte de uno o ambos miembros de la pareja, debido a la percepción de desequilibrio, injusticia o traición.
La disminución del deseo, la satisfacción y la calidad sexual entre los miembros de la pareja, debido a la comparación, la competencia o la dependencia de las drogas.
La dificultad para resolver los problemas o conflictos que puedan surgir en la relación de pareja, debido a la evitación, la negación o la agresividad.
Para evitar o minimizar estos efectos negativos del chemsex en la pareja, es importante establecer unas normas claras y consensuadas sobre el uso de drogas y el sexo fuera de la pareja. También es conveniente buscar ayuda profesional si se detectan dificultades para mantener una relación de pareja sana y satisfactoria.
El chemsex es una práctica que puede tener graves consecuencias para la salud y el bienestar de las personas que la realizan. Por eso, es importante buscar ayuda profesional si se quiere dejar de practicar el chemsex o reducir sus riesgos. Existen diferentes opciones terapéuticas para abordar este problema desde diferentes enfoques psicológicos. Además, es necesario cuidar la relación de pareja si se practica el chemsex, estableciendo unas normas claras y consensuadas sobre el uso de drogas y el sexo fuera de la pareja. Los problemas derivados del chemsex no tienen porqué ser una condena de por vida. La recuperación puede convertirse en una oportunidad para conocerse mejor a uno mismo y a tener relaciones de mayor calidad con los demás, y para mejorar la calidad de vida.
Pilar Sánchez Psicóloga
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